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Muchas veces nos encontramos con empresas familiares donde los socios o gerentes son hermanos. Socios por nacimiento, y quizás no por elección, a menudo los hermanos llevan sus eternas rivalidades a la empresa familiar. Los roles que cumplían en la familia, se replican en el directorio y el primero en el sufrir es el negocio. Las reuniones de directorio se convierten en una réplica de la mesa familiar festiva, con hermanos luchando a los codazos por más lugar de acción.
Ideas sobre crecimiento empresarial encontradas, contra-ordenes expresadas in absentia y faltas de respeto lisas y llanas son algunos de los lugares más comunes a los que llevan estas situaciones. Puede que los dos (o tres, o cuantos sea) hermanos sean idóneos para el trabajo pero.. .¿qué pasa cuando su rivalidad está destruyendo la empresa familiar?
- Establecer un código de conducta: Suena quizás básico, pero, en el caso de las empresas familiares llevadas adelante por hermanos, no está de más repetirlo. El código de conducta de los líderes debe ser igual al esperado de los empleados. Las faltas de respeto, insultos, etc. están totalmente fuera de lugar. No es fácil contenerse de decirle al otro algo que uno le pudo decir toda su vida. Si siempre pude decirle a mi hermano que no entre a mi cuarto (por ser leves…) ¿por qué no puedo echarlo de mi oficina? Pero esta familiaridad debe guardarse para ese ámbito y no transmitirse al laboral. Al menos no abiertamente.
- Contar con un organigrama claro: Establecer roles y/o cargos determinados para cada actor, determinar las áreas de acción basándonos en las áreas de competencia y aptitudes de cada uno es muy importante a la hora de hacer que una empresa familiar funcione correctamente. Se deben emplear los mismos criterios que se usan a la hora de contratar gente externa a la familia: idoneidad, capacitación y aptitudes personales. Si bien es lógico que, en el caso de los hermanos, es muy probable que hayan “mamado” el negocio desde niños, la educación y capacitación no dejan de jugar un rol importante a la hora de incorporarse al negocio.
- Contratar un consultor externo: La mayoría de las dificultades que presentan las relaciones fraternales dentro de la empresa familiar pueden disolverse o solucionarse mediante la contratación de un tercero externo, que identifique los problemas y aporte soluciones concretas. Es muy fácil, así, evitar roces innecesarios entre los hermanos dentro de la empresa familiar. Este tipo de consultoría se lleva a cabo en un ambiente neutro y controlado, no viciado por las (malas) costumbres del comportamiento personal que hayan podido ser transferidas al negocio.
Nunca debemos olvidar que una empresa familiar es, en esencia, una extensión de la familia – familia cuyos lazos deben ser priorizados siempre, no solo por el bien de la misma, sino por el de la empresa.