En cualquiera de los dos casos la intervención del “jefe” se vuelve inevitable en algún punto del camino para destrabar una situación. Destrabar algo que se podría haber acelerado si lo trabajamos desde los procesos y la correcta asignación de recursos a las responsabilidades para lograr una empresa que funcione con un poco más de autonomía.
No se trata solo de liberarte y que vos como dueño te sientas mejor. Se trata de frenar la bola de nieve. Porque seguramente si vos estás quemado, tus empleados también empiezan a estar quemados y eso influye en el clima organizacional, la incertidumbre, empiezan las pocas ganas de hacer las cosas, la mala administración del tiempo, la desmotivación y podemos seguir enumerando situaciones con las que nadie quiere lidiar. Situaciones que para ser más claros se transforman en objetivos no cumplidos, pérdida de rentabilidad y costos que se elevan.
¿Estás para perder plata? No, ninguno de nosotros estamos acá para perder plata. Ni este año ni ningún otro. Por eso, si te sentis quemado, no es la solución tomarse vacaciones. La solución es ponerse en marcha.
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