A todos nos gustaría mejorar la productividad de la empresa pero son pocos los que encuentran el camino para lograrlo. Hablamos de productividad y desempeño en esta nota.
En el ámbito de las PyMES solemos escuchar cosas como “Necesito mejorar la productividad de mi equipo”, que muchas veces se relaciona con “Lo que pasa es que la gente no está comprometida con el proyecto”. Sucede que la productividad no tiene nada que ver con trabajar más horas o desarrollar más tareas. Empecemos por definir productividad.
La productividad es la relación entre la cantidad de productos obtenida por tu sistema productivo y los recursos obtenidos para alcanzar ese resultado, aunque también puede intervenir en esta operación la variable tiempo. Ese resultado, es decir tu productividad, por supuesto repercute en la rentabilidad de tu empresa.
Si bien es cierto que mayor productividad, utilizando los mismos recursos, es mayor rentabilidad para la empresa, cuando hablamos de este indicador, no podemos dejar de pensar en la eficiencia. De nada va a servirte sumar tareas u horas al equipo para aumentar la producción si el resultado final resta calidad al producto o servicio que ofreces porque eso también afectaría directamente la rentabilidad de tu empresa.
Entonces, aumentar la productividad no es tan fácil y para hablar de esto tenemos que remontarnos al 1896. Si a fines del siglo XIX cuando Vilfredo Pareto describió el fenómeno estadístico que se conoce como la Ley Pareto o la Regla del 80-20. Este principio afirma que el 80% del trabajo se consigue con el 20% del esfuerzo y según él, para mejorar la productividad es necesario identificar cuáles son las tareas más fructíferas y darles prioridad en su desempeño.
Lo que tenemos claro hasta acá es que productividad y rendimiento, no es lo mismo pero si resulta que el rendimiento influye sobre la productividad. La pregunta ya no es cómo mejorar la productividad, la pregunta debería ser cómo mejorar el rendimiento de tu equipo ya sea a nivel global o en áreas o departamentos particulares.
Es indudable que para mejorar el rendimiento hay una cuota de motivación, descanso y satisfacción por parte de los empleados que son relativamente fáciles de abordar y muy importantes de incluir. Esto tiene que ver con un clima laboral adecuado, con el reconocimiento de logros, la posibilidad de desarrollo dentro de la empresa, entre otras cuestiones que podés plantearte.
Pero por otro lado, también tendrías que pensar en otras medidas que requieren de más esfuerzo y dedicación como favorecer el trabajo en equipo, la capacitación contínua del personal y la comunicación. En esta línea hablamos de mantener buenos flujos de comunicación, coordinar los proyectos, fomentar la colaboración entre las diferentes áreas de la empresa y un ambiente colaborativo e invertir en formación para mantener al equipo con conocimientos actualizados.
Hay un antes y un después en cómo medir el desempeño tras la crisis por el COVID-19. En la Nueva Normalidad, medir la productividad de tu empresa, se vuelve fundamental. Si hay algo que nos enseñó esta crisis es que necesitamos medir y tener un panorama claro del comportamiento de nuestra empresa.
Descubrí las características de un instrumento clave para la gestión diaria de tu empresa.
Comentarios recientes