Inteligencia emocional: ¿Cómo aplicarla en PyMES y Empresas Familiares?

Secretarias llorando en el baño. Reuniones que parecen partidos de futbol. Empleados que contestan con demasiado ímpetu. Clientes quejándose en el mostrador de ventas. Propuestas de cambio que son rechazadas constantemente por los empleados. Estas son viñetas que, aunque comunes a todo tipo de empresa, suelen ser más habituales en las Pymes y empresas familiares – dónde los egos tienen menos espacio y chocan con mayor frecuencia. ¿Por qué? Quizás a su liderazgo le está faltando un condimento importante: Inteligencia Emocional.

La inteligencia emocional es la habilidad de reconocer los propios sentimientos y los de los demás y utilizar luego esta información para guiar nuestro pensamiento y nuestras acciones. Utilizar o desarrollar nuestra inteligencia emocional puede marcar la diferencia entre un buen o mal liderazgo, el desempeño de nuestros empleados e incluso la relación con nuestros clientes y nuestra capacidad de venta. Nos ayuda a controlar nuestras propias emociones, a la par que nos permite reaccionar y responder apropiadamente a las emociones de los demás. Es la base que nos permitirá construir relaciones sólidas con empleados y clientes, entendiendo sus motivaciones.

Estos son algunas situaciones en las que el uso de nuestra inteligencia emocional resulta clave para el buen funcionamiento del negocio:

  • Es la base del liderazgo: un buen líder tiene claramente identificada su pasión por el negocio que ha emprendido, ya sea una Pyme o una empresa familiar. Pero esto puede no alcanzar para transmitir la misma motivación a nuestros empleados. Entender lo que los mueve, ya sean sus metas personales, el deseo de superarse o simplemente un sentido de responsabilidad con su familia (muy común en las empresas familiares dónde los empleados son también parientes) pueden ser claves a la hora de lograr en nuestros empleados la motivación necesaria para generar un buen ambiente de trabajo y alcanzar los resultados deseados.
  • Es una herramienta de persuasión: entender y empatizar con las personas nos da el poder de influir en ellas y persuadirlas. Planes maquiavélicos aparte, lógicamente, la gente quiere que entiendan sus necesidades. Entender a un cliente y lo que desea de nuestro producto, o a un empleado y sus necesidades con respecto al trabajo que desempeña, harán que nos ganemos su confianza. En este punto, la inteligencia emocional resulta de suma importancia sobre todo en las áreas de ventas y atención al cliente. Por lo tanto, es algo que no debe estar presente sólo en el líder, sino también en los empleados seleccionados para los puestos relacionados con estas áreas.
  • Es la principal ayuda para la resolución de conflictos: entender las emociones ajenas nos ayuda a resolver los conflictos que pudieran surgir entre empleados o entre nosotros o nuestros empleados. Nos convierte en mediadores de dichos conflictos, porque podemos entender de dónde surgen, y nos permite resolverlos con mayor rapidez e incluso evitar que surjan.
  • Es primordial a la hora de instaurar cambios: si las iniciativas de cambio en una empresa familiar o Pyme fracasan repetidamente, es probable que la persona que se ocupa de comunicarlas o generarlas no esté usando su inteligencia emocional. Cómo se instauran y reciben los cambios en una empresa dice mucho sobre el líder. Si los cambios son siempre resistidos, el liderazgo puede no estar teniendo en cuenta su efecto en la gente.

Nos despedimos de noviembre y con ello se inicia la temporada oficial del “Estoy quemado”. Algo que alcanza desde el primer empleado hasta el dueño.

No podemos, ante un empleado disconforme, hacer de cuenta que no pasa nada o, peor aún, llamarle la atención por su insatisfacción. Es importante que los empleados se sientan libres de decir lo que piensan, de expresar sus opiniones y transmitir sus emociones en forma respetuosa. Un  líder que utiliza su Inteligencia Emocional no se enoja cuando las opiniones de los demás no son iguales que las suyas, sino que espera la diferencia y la celebra.