Fundamentalmente el rumbo al que se dirigen los objetivos, a corto mediano y largo plazo. Ese dashboard debe permitirte hacer una lectura rápida del sentido que toman las operaciones diarias e identificar si es ese el camino que querés tomar porque, no nos olvidemos, la responsabilidad de la conducción es tuya. En una de nuestras últimas notas que publicamos en nuestro blog hablábamos de objetivos SMART, que sería algo así como el primo hermano del KPI. ¿Por qué? Porque claro, es la meta. Allí usábamos como ejemplo este objetivo: “Aumentar en el transcurso del año un 25% nuestra cartera de clientes”. Vamos a retomarlo para definir los indicadores clave de rendimiento. Para empezar, sabemos el objetivo: 25% más. ¿Cuáles podrían ser los KPIS que definan el alcance de este objetivo? Desde ya, el número de clientes sobre el que se planteó ese objetivo, el número de clientes activos actuales, la cantidad de cuentas inactivas, la cantidad de cuentas recuperadas, las cuentas activas mensuales, el número de clientes fidelizados y hasta tal vez podrías sumar el número de conversiones, es decir, la relación entre un prospecto y un cliente. Cruzar estos datos a diario o mensualmente, puede ayudarte a descubrir cuán cerca estás de alcanzarlo y estimar resultados a futuro.